miércoles, 8 de junio de 2016

EL RETO DE TODOS LOS PERUANOS AL BICENTENARIO

Por Marco Chereque (Click para acceder al fanspage)


La democracia, sobre la cual hay bastantes y extensas definiciones, también implica esencialmente la acción de la opinión pública en la dirección del Estado, o dicho de otra manera en la determinación de las políticas públicas y económicas, y esta forma de participación social en los destino del país no existe arraigadamente en la conciencia social de la población nacional, y esto se debe en gran medida  a que los planes de gobierno y discursos técnicos no están hechos para el ciudadano común, han hecho del interés común cifras y descripciones ampulosas que han conducido a que el elector solo se fije en gestos, poses y actitudes vacías de quienes aspiran a manejar los destinos de nuestra nación.  Esta es la mayor irresponsabilidad y la real causa del apoyo mayoritario al populismo y a las campañas sin criterio ético y técnico, responsabilidad de los partidos y sus militantes, y no sólo de la posición en campaña de tal o cual candidato, como se pretende justificarse. La democracia aun así con estas malformaciones, convaleciente y maniatada, ha sido rescatada de su inevitable muerte en el reino de las sombras.

La batalla de los antis esta finalmente a punto de terminar aunque le democracia va a tener una ardua lucha aun para sobreponerse de toda vulneración y humillación a la que ha estado sometida. Pero como en toda batalla, también hay costos y ruinas que se deben levantar.

Un análisis de los costos y las condiciones sociales en las que ha quedado el país luego de estas elecciones, implica como método seccionar al proceso en dos etapas:

1.- La Campaña electoral en sí, y
2.- El escenario postelectoral

Ubicados en este momento en el centro de este proceso, urge resaltar ciertos sucesos de la primera vuelta que nos permita construir los retos que se avecinan al nuevo periodo presidencial, cuya particularidad es estar a portas del bicentenario.

Sobre la primera etapa o campaña electoral, hay ya muchas anécdotas e información, por lo que empezaré por identificar el estado de ánimo o el pulso social al inicio del escenario postelectoral, para entender la necesidad de asumir los retos al bicentenario como una necesidad nacional; sucede, que luego de toda campaña, un fenómeno muy particular deviene en la sociedad en general, y es la: “Desidia Post electoral” la que arrastra consigo como consecuencia directa la política de la impunidad. La Desidia Post Electoral es la actitud general, el desinterés por las tomas de decisiones en los poderes del Estado, y decimos que genera impunidad porque los actos a fiscalizar y denunciar (que son los datos que se evidenciaron en la campaña electoral y con anterioridad) como el Caso Chlimper, Caso Joaquín Ramírez, Plagios de Acuña, etc., quedan sometidos al voto, al cálculo político y a las negociaciones y acuerdos bajo mesa. Desplazar esta actitud es uno de los retos que deben ser paradigma de acción al 2021.

En lo que respecta a evaluar las condiciones en las que quedo el país. La primera vuelta es un gran indicador pues allí ya se ha definido el predominio de Fuerza Popular en el Poder Legislativo y la tendencia que seguirá en políticas económicas y sociales este nuevo periodo, en el que además si persisten frases como las de Pedro Spadaro: “El Congreso ya sabemos de quien es”, tendrá como correlativo la peremnización del anti. Por tanto, esta conformación del Poder Legislativo y su actitud prepotente y provocadora debido a su amplia mayoría, hacen previsible los lineamientos de la agenda político-económica del próximo quinquenio.

Estando así la conformación del poder en la administración pública, el reto al bicentenario en esta etapa pos electoral hace necesaria incidir en los siguientes puntos.

1)      Fortalecer el rol de la ciudadanía en los ejercicios democráticos de la nación.
2)      Mayor vínculo de los Partidos Políticos en la educación de la población en general para una eficaz participación en los procesos electorales que resguarde la democracia como modelo participativo consiente.
3)      La reconciliación – no sólo política sino sobretodo social- pues en un estado plurinacional como el nuestro, no saber leer e interpretar los resultados electorales como una demanda de cambio por parte del Sur y Selva del País, e interpretarlo solamente como una obediencia al llamado antikeiko por parte delos candidatos, significaría ignorar el descontento social que origina los conflictos  y los deseos separatistas, y por último
4)      El diálogo abierto y sincero de las fuerzas políticas en cargos de representación nacional más allá de las fronteras partidarias, esto se expresaría como la construcción de una agenda nacional de propuestas viables y prioritarias para el desarrollo económico y la inclusión social de todos los peruanos.


Éste, es el reto para llegar con buen pie al Bicentenario, reivindicando nuestro espíritu libertario e independentista , pero esta vez de los males que han venido aquejando a nuestro Perú durante los primeros cien años de vida republicana.  ¡Viva el Perú!







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