Por Marco Chereque (Click para acceder al fanspage)
La democracia, sobre la cual hay
bastantes y extensas definiciones, también implica esencialmente la acción de
la opinión pública en la dirección del Estado, o dicho de otra manera en la
determinación de las políticas públicas y económicas, y esta forma de participación
social en los destino del país no existe arraigadamente en la conciencia social
de la población nacional, y esto se debe en gran medida a que los planes de gobierno y discursos
técnicos no están hechos para el ciudadano común, han hecho del interés común
cifras y descripciones ampulosas que han conducido a que el elector solo se
fije en gestos, poses y actitudes vacías de quienes aspiran a manejar los
destinos de nuestra nación. Esta es la mayor irresponsabilidad y la real causa
del apoyo mayoritario al populismo y a las campañas sin criterio ético y
técnico, responsabilidad de los partidos y sus militantes, y no sólo de la posición
en campaña de tal o cual candidato, como se pretende justificarse. La
democracia aun así con estas malformaciones, convaleciente y maniatada, ha sido
rescatada de su inevitable muerte en el reino de las sombras.
La batalla de los antis esta
finalmente a punto de terminar aunque le democracia va a tener una ardua lucha
aun para sobreponerse de toda vulneración y humillación a la que ha estado
sometida. Pero como en toda batalla, también hay costos y ruinas que se deben
levantar.
Un análisis de los costos y las
condiciones sociales en las que ha quedado el país luego de estas elecciones,
implica como método seccionar al proceso en dos etapas:
1.- La Campaña electoral en sí, y
2.- El escenario postelectoral
Ubicados en este momento en el
centro de este proceso, urge resaltar ciertos sucesos de la primera vuelta que
nos permita construir los retos que se avecinan al nuevo periodo presidencial,
cuya particularidad es estar a portas del bicentenario.
Sobre la primera etapa o campaña
electoral, hay ya muchas anécdotas e información, por lo que empezaré por
identificar el estado de ánimo o el pulso social al inicio del escenario postelectoral,
para entender la necesidad de asumir los retos al bicentenario como una
necesidad nacional; sucede, que luego de toda campaña, un fenómeno muy
particular deviene en la sociedad en general, y es la: “Desidia Post electoral”
la que arrastra consigo como consecuencia directa la política de la impunidad. La
Desidia Post Electoral es la actitud general, el desinterés por las tomas de
decisiones en los poderes del Estado, y decimos que genera impunidad porque los
actos a fiscalizar y denunciar (que son los datos que se evidenciaron en la
campaña electoral y con anterioridad) como el Caso Chlimper, Caso Joaquín Ramírez,
Plagios de Acuña, etc., quedan sometidos al voto, al cálculo político y a las
negociaciones y acuerdos bajo mesa. Desplazar esta actitud es uno de los retos
que deben ser paradigma de acción al 2021.
En lo que respecta a evaluar las
condiciones en las que quedo el país. La primera vuelta es un gran indicador
pues allí ya se ha definido el predominio de Fuerza Popular en el Poder
Legislativo y la tendencia que seguirá en políticas económicas y sociales este
nuevo periodo, en el que además si persisten frases como las de Pedro Spadaro: “El
Congreso ya sabemos de quien es”, tendrá como correlativo la peremnización del
anti. Por tanto, esta conformación del Poder Legislativo y su actitud
prepotente y provocadora debido a su amplia mayoría, hacen previsible los lineamientos
de la agenda político-económica del próximo quinquenio.
Estando así la conformación del
poder en la administración pública, el reto al bicentenario en esta etapa pos
electoral hace necesaria incidir en los siguientes puntos.
1) Fortalecer
el rol de la ciudadanía en los ejercicios democráticos de la nación.
2) Mayor
vínculo de los Partidos Políticos en la educación de la población en general
para una eficaz participación en los procesos electorales que resguarde la
democracia como modelo participativo consiente.
3) La
reconciliación – no sólo política sino sobretodo social- pues en un estado
plurinacional como el nuestro, no saber leer e interpretar los resultados
electorales como una demanda de cambio por parte del Sur y Selva del País, e
interpretarlo solamente como una obediencia al llamado antikeiko por parte
delos candidatos, significaría ignorar el descontento social que origina los
conflictos y los deseos separatistas, y
por último
4) El
diálogo abierto y sincero de las fuerzas políticas en cargos de representación
nacional más allá de las fronteras partidarias, esto se expresaría como la
construcción de una agenda nacional de propuestas viables y prioritarias para
el desarrollo económico y la inclusión social de todos los peruanos.
Éste, es el
reto para llegar con buen pie al Bicentenario, reivindicando nuestro espíritu
libertario e independentista , pero esta vez de los males que han venido
aquejando a nuestro Perú durante los primeros cien años de vida
republicana. ¡Viva el Perú!
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