martes, 12 de julio de 2016

UN BICENTENARIO SIN GENERACIÓN Y SIN CONTENIDO.






Al estudiar la historia de las ideas en el Perú contemporáneo; tenemos que la primera corriente hacia 1860, fue el Positivismo, entre ellas, el Kantismo. A más de 150 años, los mecanismos de permeabilidad del pensamiento en nuestra dinámica social, se han reducido a replicar -más que modelos sistémicos- modos de vida europea ajenos al progreso de nuestras identidades, modalidad bajo la cual, se omite el proceso de acoplar a nuestro contexto social el conocimiento externo, por la de exportar el  “progreso social” mismo con valores y patrones correspondientes a la cultura y desarrollo occidental.

Esto se evidencia en la actualidad, en la ausencia de ciudadanos, que se reclamen así mismos, discípulos, seguidores, o partidarios de teoría alguna. Es decir, no hay figuras que reivindiquen la vigencia de nuevas ideas, ni doctrinas que invadan al periodismo, la política y la vida misma. Esto hace presumir, el ocaso del pensamiento en la generación del bicentenario. Coexistentes que han roto con la continuidad de una tradición filosófica cuyo eje central era el Perú, su construcción, su identidad.

El Perú, creación del heroísmo político y filosófico de su pueblo, no tiene ya, quien defienda y propague una lucha tenaz por reafirmar lo autóctono con obras y debates con las que se aporten vitalidad al debate ideológico como sucedió hasta 1990; es decir, hasta la irrupción de sendero, la implementación de la Reaganomics y la caída del muro del Berlín en el contexto internacional.

Las instituciones universitarias, también, cíclicamente han retornado a su pristino oscurantismo, pues no cuentan con ambientes que promuevan el arte, la literatura y las humanidades en general; ni cultores que cumplan la función de absorción e irradiación de las inquietudes filosóficas y políticas a nuestra poblacion. Un último esfuerzo de esta conexión del pensamiento con la realidad nacional, estuvo constituida en La Literatura, contra el academicismo hispano: en el Grupo Colonida. En la Historia, contra la visión de la independencia de Mariano Felipe Paz Soldán y de Emilio Vargas: La Generación del Centenario. Y en el ambiente poético de variopintos intelectuales en Trujillo: En el Grupo Norte. Después de ellos, existe absoluto silencio en el deseo de reivindicar nuestra identidad.

Es necesario, pues, que los elementos que representen un ideal, en la joven generación a la que pertenezco, se de cuenta de la misión que le corresponden en esta época. En nuestra historia,  nos arrancaron una primera vez de esta consolidación cultural con la conquista española, colocándonos como eje central de la discusión a la cultura occidental; posteriormente, hemos tenido un segundo arrebatamiento con la irrupción de sendero, quienes le quitaron a nuestro pueblo la posibilidad de participar en el forjamiento de su horizonte histórico. Es decir, primero tuvimos una injerencia externa en este quiebre hacia el ocaso, luego interna, por Sendero; pero ahora,  no hay injerencia alguna, hay inacción, desinterés, desvinculación con nuestra necesidad contemporanea. El desafío es grande, y el Perú es una nación de pueblos valientes. Como diría Valdelomar en 1918 a los obreros de Paita: “El Perú, queridos obreros, no podrá levantarse de entre sus ruinas, mientras sus hijos sean hombres sin voluntad, sin carácter, sin patriotismo, sin unión y sin entusiasmo”, así mismo yo les afirmo hermanos, nosotros somos los hijos de ese Perú convaleciente, y no habrá bicentenario con contenido libertario, sino levantamos la voluntad, forjamos carácter, y luchamos con heroísmo, unidos y con entusiasmo, por ese horizonte histórico distinto para cada nación  pero convergente a la vez, por ese contrato social para cada comunidad cuyas libertades para convivir sólo serán legitimas cuando estén suscritas bajo la plena conciencia de un acervo cultural diverso y principista. Sólo con esta tarea, podremos hablar con orgullo que formamos parte de una generación que dejo huella en su paso por la historia.

En sintesis, ha llegado el momento de repensar nuestra tradición frente a la formas de pensamiento y proyectos políticos que han dirigido nuestra conciencia y vida  durante toda la vida republicana. Y no sólo pensar. Sustentar las bases, ademas, para un nuevo ordenamiento social y político. Para un nuevo Plan para el Perú.