Por : MarcoChereque
Antes de
responder, empiezo creando ciertas premisas :
1.- Un candidato presidencial debe representar a su partido.
2.- El partido
debe representar los intereses de determinado grupo social.
3.- Un grupo
social es una comunidad de individuos dentro de un espacio determinado cuyas
necesidades insatisfechas deberían ser la propuesta de un partido que aspira a
un gobierno representativo, y.
4.- Los 8 representantes
a congresistas promovidos por el partido, en todas las regiones del país, deberían encarnar las propuestas del grupo social al que representan, y por el cual esperan llegar al poder.
En nuestro país, los partidos solo son locomotoras electorales. Los
candidatos presidenciales, los rockstar del momento. Y los congresales, no se acercan ni a caballos de hipódromo; se disparan cada uno por su lado y atropellan todo a su paso, incluso, a los mismos miembros de su lista partidaria.
En este caótico
escenario, si se le pidiera a un inteligente
elector que asuma un voto racional, estaríamos induciéndolo a romper la cédula
en mil pedazos, y a salir gritando con lágrimas en los ojos del centro de votación, lamentando el destino del
país en el siguiente lustro.
Para apaciguar este desasosiego -y frenar cualquier explosión de esta locura reprimida- las encuestas han servido de sedantes. Han intentado mostrar tendencias que no existen, y las han interpretado a su antojo de uno a otro lado buscando la versión más creíble. Unas 1000 o 3000 personas importunadas incluso con llamadas, han servido para tales maniobras, y las han disfrazado de "muestras representativas".
De esta forma han
logrado crear un espectro social -visible solo ante los ojos de estos forjadores de realidades paralelas- que han decidido ¡ya!, por todos los peruanos. Decisión que inmediatamente ha sido impuesta por aquellos medios de la persuasión -que son los mismos que gerencian los
gremios de privilegiados en este país de cartón- "revelando" cual pitonisa barata, la predicción embustera de su eterna diosa: “Ápate” , en todos los diarios y canales con los que
cuentan.
Si me preguntas entonces: ¿Por quién votaré?
- Debo responder, con honestidad, que no existen partidos que representan a sector alguno en nuestro país.
- Que las expectativas y necesidades de este país no han sido tomadas en cuenta, careciendo por tal motivo de programas que permitan enfrentar las palpables y globales crisis que golpean fuertemente a nuestra nación: Sanitaria, hídrica, moral, alimenticia, etc.
- Debo responder, con total dolor, que sería injusto pedirle
a un pueblo engañado por tanto tiempo, que decida entre los elegidos de ese
grupo de encuestadoras que han personificado los intereses de sus gremios,
entre cuatro o cinco enarbolados por su bella sonrisa, su bravuconada, unas cuantas
palabras bonitas en un debate de un par de horas, y otras asesoradas posturas
ensayadas por el marketing.
- Y decirte, también, con sutil atención, que no vamos a
elegir al trabajador del mes, ni al mejor combatiente de la semana. Serán 5
años de decisiones constantes. Decisiones cuya garantía no puede ser una linda sonrisa, o un dulce rostro.
Ante esto, un Partido que realmente desee representar a este país, debe
considerar, por respeto, lo siguiente:
1) Contar con un plan sostenido y defendido en
cualquier espacio de discusión y poder: desde un sindicato, hasta en un cargo
en el Estado. No podemos, por ejemplo, creerle al candidato Julio Guzmán quién con mucho esfuerzo y forzadamente, quiere hacernos creer que hará
mil y un cosas por el país, si ni siquiera ha tenido la capacidad de incidir en el gobierno de Sagasti, pese a ser su vicepresidente en su fórmula presidencial. Muestra clara de incapacidad y liderazgo, que no debe ser
pasado por alto.
2) Demostrar que sus 8 candidatos, en cada departamento del país, tienen las mismas propuestas plasmadas en su plan de gobierno. Y esto, por la simple razón, de que si ganarán serán una bancada que representa a un país. Debiendo por tanto, dejar el ego de tramitador de lado, pues no se les paga para que hagan campañas regionales con plata del Estado, menos para tramitar proyectos vecinales o gestionar obras municipales, y
3) Asegurar que personajes cuestionados -vinculados en actos delictivo de corrupción o de
cualquier otro tipo- no tengan lugar en su gestión. Esto se logra con respuestas drásticas medidas disciplinarias, ejemplificadoras, y sin contemplación alguna, a quienes cuenten con sentencias condenatorias. Aquí también aparece el ejemplo inverso de esos candidatos que aseguran tendrán presupuesto con planes de "corrupción cero", pero no son capaces ni de erradicarla de sus propias organizaciones.
Más en estas circunstancias, estos señores que vemos en las encuestas, no pasan de ser simples afortunados; o como bien analizamos, tontos útiles de determinados intereses ajenos a la voluntad nacional.
Votar por
ellos, es votar por el tanteo, por el azar, por la intuición de su carácter … o
en el mejor de los casos, hacer un voto por descarte. Sería un voto por lograr que discusiones
infértiles, infiltradas por las oenegés en la agenda gubernamental, no entrapen al país nuevamente -como lo hizo esa agenda única que
maneja la izquierda liberal- y que ha postergado problemas álgidos que aquejan
a nuestra sociedad y que la tiene sumida en la zozobra, y literalmente, a un paso de la muerte. Por un voto sin esperanza, un voto sin proyección, sin ilusión alguna.
En síntesis, te confesaré que la frase en la que instintivamente pienso cuando me preguntas por quien votar, es una simple, pero recurrente oración:
¡Perú, perdónanos, porque no sabemos lo que hacemos!