Éste estado de cosas ha hecho repensar la utilidad de lo trascendental, y ha generado la reacción hacia lo moral, lo absoluto, lo atemporal, considerándola poco ajustable a los nuevos cánones de vida. No se puede saber si ha sido la forma de vida de esta sociedad la que ha puesto en evidencia a lo trascendental o ha sido una nueva moral la que está presionando a una sociedad tan vulnerable cuya estabilidad se ha acortado a espacios tan pequeños que ya no requieren de conceptos tan impropios a la pragmaticidad. Así evidenciamos, que Dios, la vida eterna, la ética pasan a ser obstáculos en la cultura de lo útil, del goce inmediato, de lo placentero.
En lo que respecta al tema
central, podemos empezar a hablar ya del derecho al pesimismo en las
generaciones postmodernas, y esta actitud de no poder cambiar las cosas,
nos está generando impotencia al momento de abordar problemas históricos que vienen arraigados en nuestro desarrollo social,
como la delincuencia por ejemplo, a la cual debido a lo mencionado preferimos acabarla
con políticas medioevales -atacando el cuerpo mismo, pues la vida no tenía ningún
valor al imperar el régimen esclavista en esa época- ya que una política
resocializadora no trae ningún beneficio inmediato en lo personal.
Pero no podemos sentarnos a pensar en la complejidad y la modernidad liquida que es como llama Zigmunt Bauman a esta cambiante realidad, en términos de una excusa para no hacer nada, pues si bien este fenómeno es un fenómenos universal que tiene consecuencias en todos los países, no es la primera vez que la humanidad se enfrenta a una situación difícil. Entonces algo hay que hacer y ese algo es conciliar la metafísica, la ética, la estética y las leyes con la modernidad, revisando y adaptando mecanismos de otras culturas que hayan funcionado en otras épocas a nuestra localidad, es decir pensar lo global en lo temporal y espacial, despertar nuestra curiosidad por otras culturas sin obstrucción por parte de lo local, esto nos obligará a hacer una relectura del pasado y de la historia, en síntesis, estimular la curiosidad intelectual. En nuestro tema abordado: la delincuencia en los adolescentes, empleando este ajuste conciliador de moral y norma de una determinada cultura a nuestra época, el mecanismo debería significar abordar la responsabilidad penal de los padres en los menores, como se aplicaba en las legislaciones de la cultura indígena en Bolivia por ejemplo y en el Derecho Soviético. Tarea que correspondería abordar desde doctrinas comprehensivas y que abarquen diversas cosas más allá de lo legal, y aquí ya dejamos la responsabilidad al proceso de discusiones libres y reales emprendidas por participantes libres y racionales, reales y vivos, como lo señala la doctrina procedimental habermasiana. Y yo me aparto del tema.
Pero no podemos sentarnos a pensar en la complejidad y la modernidad liquida que es como llama Zigmunt Bauman a esta cambiante realidad, en términos de una excusa para no hacer nada, pues si bien este fenómeno es un fenómenos universal que tiene consecuencias en todos los países, no es la primera vez que la humanidad se enfrenta a una situación difícil. Entonces algo hay que hacer y ese algo es conciliar la metafísica, la ética, la estética y las leyes con la modernidad, revisando y adaptando mecanismos de otras culturas que hayan funcionado en otras épocas a nuestra localidad, es decir pensar lo global en lo temporal y espacial, despertar nuestra curiosidad por otras culturas sin obstrucción por parte de lo local, esto nos obligará a hacer una relectura del pasado y de la historia, en síntesis, estimular la curiosidad intelectual. En nuestro tema abordado: la delincuencia en los adolescentes, empleando este ajuste conciliador de moral y norma de una determinada cultura a nuestra época, el mecanismo debería significar abordar la responsabilidad penal de los padres en los menores, como se aplicaba en las legislaciones de la cultura indígena en Bolivia por ejemplo y en el Derecho Soviético. Tarea que correspondería abordar desde doctrinas comprehensivas y que abarquen diversas cosas más allá de lo legal, y aquí ya dejamos la responsabilidad al proceso de discusiones libres y reales emprendidas por participantes libres y racionales, reales y vivos, como lo señala la doctrina procedimental habermasiana. Y yo me aparto del tema.